Los desprevenidos contemporáneos de Simón
Rodríguez no estuvieron en capacidad de entender la realidad del tiempo
histórico en que vivían, mucho menos percibir la obra y pensamiento de Simón
Rodríguez como filosofía política con el contenido racional de una fuerza liberadora.
Los coloniales de hoy tampoco ven más
allá del maestro del Libertador, un gran motivo para ingresar a la historia
como apuntaría uno de sus biógrafos más famosos. Aunque en el mejor de los casos perciben a un filósofo de la pedagogía.
Para la mayoría de quienes le conocieron no
fue más que un loco, o un excéntrico en el mejor de los casos. Al traer la
historia al presente a través de su obra escrita podemos apreciar en su obra a
un Vector de la fuerza de resistencia racional a la colonización mental que
sufrieron hasta los patriotas de su tiempo, y al parecer después de doscientos
años de independencia política, la dominación colonial ejercida a través de la cultura
tampoco se ve, pero recientemente hemos podido apreciar en la analogía de conductas clericales entre personajes como Narciso Cool y Prat (1754-1822) enviado a Caracas como arzobispo como consecuencia de los hechos del 19 de abril de 1810, y en 2002 al arzobispo Ramón Ovidio Pérez Morales. Una lectura comparativa para entender los pormenores de la iglesia como cristiandad y la iglesia como cristianismo.
Un ejemplo de fuerza cristiana liberadora en oposición a la fuerza dominadora de la cristiandad la encontramos en fray Anton Montesino y su histórico sermón de 21 de diciembre de 1511, donde movió la sensibilidad de Bartolomé de las Casas para hacerse sacerdote. Estos son ejemplos de protohistoria de la Teología de la Liberación, tal como la obra de Juan Germán Roscio quien justifica la independencia con el mismo evangelio.
Todo esto viene como preámbulo para entender a una filosofía política como liberación, un pensamiento filosófico descolonizador. Es el caso que nos ocupa, la obra de Simón Rodríguez como filosofía política para de-colonizar las mentes escuálidas hasta de los mismos próceres de la independencia.
La gente se sorprende cuando preguntamos ¿cuál independencia? Eso sucede porque no se percata que fue algo más que una cadena económica atada a los pies de una patria unida para la victoria militar y política pero desunida y desintegrada para la colonialidad del poder porque el poder de la colonialidad también es invisible. Pocos se percatan de la esclavitud colectiva que implica el traspaso de los gastos administrativos y de defensa de la soberanía a los bolsillos de los nuevos colonos, independientes solo para el endeudamiento colectivo con los intereses de usura de una deuda externa que se hace eterna para mantener la dependencia económica. Una nueva forma racional de dominio colonial.
Un ejemplo de fuerza cristiana liberadora en oposición a la fuerza dominadora de la cristiandad la encontramos en fray Anton Montesino y su histórico sermón de 21 de diciembre de 1511, donde movió la sensibilidad de Bartolomé de las Casas para hacerse sacerdote. Estos son ejemplos de protohistoria de la Teología de la Liberación, tal como la obra de Juan Germán Roscio quien justifica la independencia con el mismo evangelio.
Todo esto viene como preámbulo para entender a una filosofía política como liberación, un pensamiento filosófico descolonizador. Es el caso que nos ocupa, la obra de Simón Rodríguez como filosofía política para de-colonizar las mentes escuálidas hasta de los mismos próceres de la independencia.
La gente se sorprende cuando preguntamos ¿cuál independencia? Eso sucede porque no se percata que fue algo más que una cadena económica atada a los pies de una patria unida para la victoria militar y política pero desunida y desintegrada para la colonialidad del poder porque el poder de la colonialidad también es invisible. Pocos se percatan de la esclavitud colectiva que implica el traspaso de los gastos administrativos y de defensa de la soberanía a los bolsillos de los nuevos colonos, independientes solo para el endeudamiento colectivo con los intereses de usura de una deuda externa que se hace eterna para mantener la dependencia económica. Una nueva forma racional de dominio colonial.
Si los libros no detienen a las bayonetas, si
pueden accionar la conciencia de quienes accionan el gatillo para que no
dispare contra los intereses de la gran mayaría. Una sociedad de mensos que
durante dos siglos celebran la independencia como en el relato del rey desnudo
que celebra la existencia de algo que no existe, la independencia integral, y
de algo que no se ve, los grillos mentales.
Simón Rodríguez, al igual que Francisco de
Miranda, Fray Cristóbal de Quesada y Arias, Juan Germán Roscio, Juan Manuel
Cajigal, Salvador Delgado Espinoza, Francisco Javier Uztáriz, José Vicente
Unda, Felipe Fermín Paúl, José Cecilio Ávila, Juan Antonio Domínguez, Baltazar
de los Reyes Marrero, Cristóbal Quivedo Arias, José Cayetano Montenegro, Domingo
Hermoso de Mendoza, Antonio y Francisco Suárez de Urbina y Juan Antonio
Navarrete entre otros, conformaron la base del pensamiento filosófico político
que impresionó a Alejandro Humboldt al escuchar las conversaciones de los
arrieros en la posada de La Venta en el viejo camino de La Pastora a Maiquetía.
El ambiente cultural de mediados del siglo XVIII |
Hemos enfocado un aspecto de la vida y obra de
Simón Rodríguez desde una perspectiva mental e histórica que nos permitió una
lectura inédita de Simón Rodríguez elaborada desde la Teoría Bolivariana de la
Historia. Desde esta perspectiva podemos apreciar la obra publicada de Simón
Rodríguez en Sociedades Americanas como protohistoria de
la Filosofía como Liberación. Configurada como una trinchera de pensamiento
crítico a una epistemología diseñada desde un concepto hegemónico de la
Modernidad eurocéntrica. Base fundamental para la construcción de la nueva
hegemonía.
Nombro a toda esa lista de
nombres para destacar que Simón Rodríguez, vivió la edad de oro del pensamiento
venezolano, su talento es producto del ambiente cultural de la Caracas de los
últimos años de lo que les dio por llamar el período colonial, como si todavía
no continuaran existiendo nuevas formas de colonización.
Al igual que Andrés Bello y Francisco
de Miranda, representaron y representan con su vida y obra, fuerzas mentales
que siempre se opusieron a las diferentes formas de coloniaje. Por eso cuando
Simón Rodríguez, bajo el nombre de Samuel Róbinson viajó por el mundo
anglosajón por la ruta Jamaica Filadelfia, luego viajó al otro lado del
Atlántico para vivir el auge de la Revolución Francesa y el comienzo de la
restauración. Aunque él anuncia cómo podrían ser las sociedades de Nuestra
América, no estamos ante un visionario del futuro como pretenden pintarlo
algunos cultores de su personalidad. Es prospectiva de un pensamiento racional
que percibe la realidad histórica frente a unos románticos que rendían culto a
unas teorías ajenas a nuestra realidad colonial, más aún, diseñadas para
justificar la dominación de la cual pretendemos liberarnos.
Simón Rodríguez es un hombre de
nuestro tiempo histórico porque la dialéctica de la
dominación-resistencia-liberación apenas avanza pequeños pasos en el tiempo
cronológico de dos siglos. Finalmente consideramos su pensamiento como una
fuerza histórica liberadora porque hemos podido analizar esa realidad
liberadora desde el momento como fueron atados los nudos de la dominación. A
ese sistema de ideas que hemos organizado para explicar la dinámica de nuestra
historia la identificamos con el título de Teoría Bolivariana de la Historia
para la Liberación.
Aunque parezca un pleonasmo decir
Bolivariana para la Liberación. Esta frase halla su justificación en la
realidad histórica de la existencia de una historiografía bolivariana que
encubre los argumentos esenciales del pensamiento venezolano liberador de
mediados del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX desde el cual se proyecta la
praxis revolucionaria de Simón Bolívar. Me refiero a un mal ejercicio del culto
a la personalidad del héroe que encubre en un lenguaje que presenta a Simón
Bolívar como un hombre que soñó o que luchó con un sueño, en lugar de percibir su
proyecto político, como un plan de la patria histórico, vigente ayer y hoy
porque todavía no ha concluido. No es lo mismo soñar con una vida plena que
presentar un proyecto para su realización racional advirtiendo las dificultades
realizarlo, pero además emprenderlo en la propia vida.
Cuando utilizamos la palabra vector nos referimos a las
flechas de la fuerza que estudiamos en la física. La resistencia al coloniaje
es una resistencia invisible como la fuerza del pensamiento, la fuerza de una
madre para defender a sus críos. Una fuerza que proviene de nuestros antepasados
y somos vehículo de esa fuerza para levantar a nuestros hijos. Una manera de dominarnos
ha sido cortando nuestra identidad, y de esta manera negando o escondiendo nuestras fuerzas vitales. Nuestra
fuerza interna, nuestra vitalidad el combustible ético de nuestra praxis. La
ética como conciencia espiritual del individuo, la moral como convenio
colectivo. El compromiso por una vida plena que cuando es para nuestros hijos,
es para todo los hijos del mundo.
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