El siglo XVIII comienza con el reinado del duque de
Anjou, nieto del Rey Sol, Luis XIV. Con el nombre de Felipe V, un rey francés quien acude a sus paisanos
para transformar el reino de España. Francia había sido el país europeo que
mejor se había beneficiado de las riquezas del llamado Nuevo Mundo. Era la
Atenas de la Modernidad.
España había transferido geográficamente toda su
cosmovisión al mundo colonial que había creado sobre los escombros de más de
veinte o cincuenta mil años de historia. Los cuatro principios constitutivos de
su cosmovisión se habían transmutado en cuatro vectores de su fuerza de dominio
colonial. Las ganancias generadas por la mano de obra desechable primero, y
luego la acumulación del capital gracias al plus valor generado desde el
triángulo económico de la trata de esclavos que terminaría asentando las bases
de lo que sería el sistema capitalista, y toda la rígida formación socio
económica colonialista, esclavista implantada durante tres siglos de dominio,
no solamente comenzaría a desquebrajarse ante el surgimiento de novedosas
relaciones de producción, sino que además, desde el centro geográfico desde
donde se proyectaría aquella inmensa riqueza de donde surgiría la inteligencia
que cuestionaría las bases de aquella dominación, y es en el Archivo de
Francisco de Miranda, donde se relata, día a día, como ese cuestionamiento se
fue forjando en la inteligencia y orden de aquel personaje de leyenda,
revelado, documento por documento, todo el inmenso proyecto de una Gran Reunión
Americana, que lejos de ser entendida vulgarmente como una utopía, se trata de
un proyecto político, arquitectónicamente diseñado por este extraordinario ser
humano, de cuyo testimonio nos ocupamos.
Cuando Francisco de Miranda llega al mundo, las
medidas económicas tomadas por los Borbones estaban marcando su sello en la
economía de América. Comenzaban a transformarse las relaciones comerciales
alterando los precios de algunos renglones para bien y otros para mal. Esa
intervención arbitraria y el crecimiento de una sociedad colonial con
privilegios sociales generó cierta fricción entre criollos y peninsulares que
terminarían afianzando sentimientos de nacionalidad con un trasfondo económico
no muy reconocido o visibilizado por la historiografía tradicional, y que
presenta, una visión plana de los antecedentes de una independencia que tampoco
existió de manera integral, sino que en la realidad fue la salida política y
momentánea a un estallido social, no en balde Simón Rodríguez ilustró la idea
de que no hubo independencia sino un armisticio.
La visión tradicional de los antecedentes se limita a
la simpleza de que fueron reacciones políticas que precedieron en el tiempo a
una realidad que definieron como independencia, la cual solo existió en los
libros de historia. El hecho más relevante de las políticas borbónicas en
Venezuela fue la creación de la compañía Guipuzcoana, y más a nivel continental,
el hecho de que todas las guerras en que los franceses se involucraron en
Europa, ligaron a España a ese mar de intrigas, las cuales repercutieron de
manera acentuada en América.
Estas intrigas europeas motivaron casos en que las
colonias pasaban de una administración francesa o de una española a formar
parte de Inglaterra como el caso de La Habana que cayó en manos inglesas cuando
Miranda tenía doce años de edad. O el caso de España que sede a Santo Domingo
en 1795 y Trinidad en poder de los británicos en 1798. Pero más allá de la
ocupación militar y económica está el asentamiento mental de una cultura de
dominación a cual se enfrentó Francisco de Miranda, primero a través del
ejercicio constante de la lectura analítica. (El Gran Arquitecto de la Liberacion Americana: (Francisco de Miranda De-colonizador) (Spanish Edition) Oct 5, 2017)