miércoles, 12 de noviembre de 2025

Caracas Cristiana Eloy Reverón

 

Si nos ubicamos en 1567, 

año uno de la era cristiana 

de Caracas, ya habían 

transcurrido tres cuartos de 

siglo, desde que los primeros europeos 

ocuparon a Quisqueya, que en lengua 

taína significa la Reina de los Mares, 

llamada luego La Española por los 

primeros Piratas que la invadieron, 

y luego bautizada con nombre de 

un santo, Santo Domingo, donde los 

curas dominicos crearon en 1535, la 

primera universidad, por real cédula 

de Su Majestad.

Hernán Cortés ya había saqueado 

y doblegado al Imperio de los 

aztecas. Pizarro y Almagro habían 

convertido las obras de orfebres 

incas en lingotes de oro, similares 

a los que los bancos de Londres 

robaron a Venezuela, no hace 

mucho, con semejantes fantasías 

animadas por los imperios de ayer 

y de hoy.

Ante este panorama, el criollo 

Francisco Fajardo inauguró la 

conquista del Valle subiendo a la 

montaña de las Lagunetas por el Valle 

del Miedo, con éxito porque contaba 

con un poderoso armamento cultural.

La madre de Fajardo era hija de 

un líder comunal, conocido por los 

hispanos con el epíteto de Cacique 

Charaima, hermano mayor de 

Naiguatá. La lengua toromaima de su 

madre, la guaiquerí de sus primos en 

Coche y Cubagua, amén de la lengua 

de la etnia castellana impuesta por 

el jefe de su padre. Con semejante 

medio de comunicación generó la 

confianza de los desprevenidos 

defensores de la Atalaya natural de 

la cima de Las Lagunetas.

Un saludo cordial en la lengua 

de su madre, causó un efecto 

psicológico en la mente de los 

flecheros de Terepaima, quienes 

soltaron la tensión de sus arcos 

porque no podían disparar a uno de 

los suyos, aunque llegara envuelto en 

una armadura metálica y, en lugar de 

una lluvia de flechas recibieron una 

familiar bienvenida.

Fajardo fue el primer criollo 

conquistador, no tan famoso por su 

condición. Su fama duró poco porque 

reclamó en Cumaná, la propiedad 

de una mina de oro en una colina 

conocida como Baruta. Así que su 

fama duró lo mismo que su Hato de 

San Francisco porque sus rivales 

peninsulares se encargaron de 

deshacerse de él.

Siguiendo las huellas del criollo 

Fajardo, Losada y Ledesma superaron 

el Valle del Miedo, bajaron desde la 

Caracas cristiana

A la saga de la siega

loma de Las Lagunetas, traspasaron 

el río San Pedro hasta Las Adjuntas 

para salir al encuentro con el río 

Guaire en sus nacientes y acomodarse 

estratégicamente, mucho más al norte 

del Guaire, al pie de Guaraira, entre el 

río Caroata y el río Catuche, al pie de 

lo que después llamarían Miraflores.

De lo expresado se desprende 

que la mayoría de los caraqueños 

nacimos o crecimos en la vega del 

río Guaire o sobre alguna quebrada 

de sus afluentes, una entre más de 

trescientas quebradas visibles o sus 

vaguadas subterráneas. Sin ir muy 

lejos los nacidos en la Maternidad 

Concepción Palacios, en la Vega del 

Guaire.

Eloy Reverón

Publicado en Semanario Tod@s Adentro

Sábado 11 de Octubre de 2025 p.12


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