domingo, 3 de febrero de 2019

Comprensión de la Realidad Nacional: Eloy Reverón


El pasado lleva consigo un índice temporal
mediante el cual queda remitido a la redención.
Walter Benjamin

La comprensión implica la presencia de una idea nítida de lo que expresa o sucede y el descubrimiento del sentido profundo de aquello que acontece en nuestro derredor. Cuando esa comprensión es enfocada sobre el plano de la realidad nacional nos permite tomar un atajo con respecto a toda la carga filosófica que implica utilizar la palabra realidad. Tomar un atajo no significa que debemos omitir el sentido filosófico de la realidad como tema de nuestra competencia, sino tener en cuenta que existe una tradición compleja en cuanto a pensamiento filosófico en torno a la idea de realidad.
En la presente echamos una pincelada muy general a la conformación de un mundo como el de hoy en medio de la tormenta en que se encuentra inmersa Venezuela, una tormenta que genera realidades desde hace mucho más de medio milenio en que Venezuela y la América toda entra en el concierto de la historia de las relaciones entre los diferentes países y continentes que hoy lucen pequeños dentro de esta red identificada como Internet en los tiempos de la "Parcela Global" donde la invención de la realidad deambula inadvertida. 


Realidad Nacional

La comprensión de la Realidad Nacional requiere de un ejercicio de agudeza intelectual y de una visión amplia de los momentos primordiales de donde surgen las grandes fuerzas históricas que actúan como factores dinámicos las cuales  reúnen las condiciones que generan los cambios del rumbo histórico de la humanidad que se remontan al papel hegemónico que han asumido las Naciones Estados de la Modernidad, con respecto a otro grupo de naciones entre las cuales se halla Venezuela. Para ampliar sobre este tema podemos recomendar la lectura de un título escrito por Enrique Dussel, La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. Julio de 2000. p. 246. 
Foto Eloy Reverón, Celarg, 2009
Por el motivo señalado este ejercicio para definir la realidad histórica del presente requiere de una ubicación hermenéutica que nos visualice en el lugar periférico que ocupamos dentro del mapa geopolítico mundial, en la periferia, en un continente de naciones separadas por la colonialidad del poder (Sobre el concepto de colonialidad del poder, de Aníbal Quijano: “Colonialidad y modernidad/racionalidad”, en Perú Indígena, vol. 13, no. 29, Lima, 1992) que sigue asumiendo su carácter de dominador que ha sabido adaptar sus formas, aunque en esencia no cambia aunque sean diferentes sus actores.

No podemos entender ni explicar la realidad nacional sin referirnos aunque sea mencionando el origen de un paso aunque sea rasante por los orígenes ideológicos de la hegemonía de la cultura occidental sobre el gran dilema del centro contra la periferia y su relación de dominación colonial contra la resistencia liberadora. Apenas en el marco de los doscientos años atrás, cuando se produce la emancipación política y militar contra la dominación impuesta por el imperio español sobre las sociedades coloniales que había implantado en este lado del océano Atlántico tan solo tres siglos atrás.
Para el diseño de una teoría (Explicación) de nuestra realidad histórica desde el momento primordial de la dialéctica de la dominación colonial contra la resistencia liberadora que hemos identificado como (TBH) Teoría Bolivariana de la Historia, para interpretar desde una perspectiva filosófica periférica, vale decir, desde nosotros mismos, hemos subsumido los principios de la cosmovisión expuestos en la obra del filósofo venezolano José Manuel Briceño Guerrero (1928-2014)  (Para detalles sobre la vinculación de la filosofía de JMBG con la TBH de Eloy Reverón hacer click sobre subrayado azul)

Realidad Histórica Venezolana 1830

Venezuela emerge como Nación Estado  después de dos décadas de guerras civiles y de la participación protagónica de los venezolanos y legionarios británicos en el proceso de expulsión de los ejércitos y gobiernos de ocupación que habían mantenido en América desde la instalación de los primeros colonos arribados al Caribe Insular desde el primer viaje de Cristóbal Colón. Lo que para nosotros había significado la gesta emancipadora de la tutela imperial, para los británicos está registrado como un esfuerzo sostenido desde los tiempos de Francis Bacon (1561-1626); algo tan simple como un plan geopolítico sostenido durante siglos hasta socavar las bases del imperio rival español y verlo desmembrado antes de comenzar la tercera década del siglo XIX.
Para el objeto de estudio que nos ocupa, el de la Realidad Histórica del presente en una región de la América del Sur, específicamente en una Nación  llamada Venezuela, la República Bolivariana de Venezuela; y porque todos esos planos de ubicación, mundial, continental, regional y nacional son dimensiones desde las cuales ejercen sus influjos las diferentes variables que conforman la realidad histórica.

Podemos pensar en un ejemplo de realidad histórico política concreta. Para los efectos de una reflexión en torno a una realidad histórica del presente. Hemos pensado en los comienzos de la IV República. Digamos que un antes y un después de la Constitución de Valencia 1830.

Esta realidad histórico política, más allá de los enfoques y en la forma como la lean los historiadores. Existe algo concreto que aunque los libros no lo digan o lo subrayen. Un Estado llamado Gran Colombia tuvo a su servicio un ejército que expulsó al ejército de ocupación del imperio más poderoso del mundo. Que estaba en decadencia vale. Pero contó con el apoyo militar y económico de una potencia en ascenso que venía a España como a un rival, pero que además, Inglaterra tenía un objetivo histórico definido por siglos como un plan o proyecto para contribuir a desmembrar al Estado español.
Fraccionados fuimos presa fácil de los nuevos imperios en ascenso
Antes que responder a estas preguntas, ampliemos la vista hacia el horizonte histórico y pensemos sobre la mente que formó la modernidad, la idea de una historia concebida como una cadena de hechos sucesivos donde alternan causas y consecuencias. Como un mecanismo en orden cronológico. Una explicación donde las variables económicas, sociales, políticas y en el mejor de los casos incluyendo a las variables culturales, observadas por separado. Pero sobre todo donde la historia es mal apreciada como un pasado empolvado por los años de olvido. En su lugar proponemos advertir la resonancia de nuestro pasado como proceso. Valoremos el significado que adquiere dentro del mismo proceso de liberación y apreciemos como los actores del presente se mueven con los mismos intereses del pasado, como si el tiempo no hubiese transcurrido en ese aspecto. 

Ahora queda espacio para responder. ¿Somos el mismo país? Los testigos de aquella Venezuela de 1830 son nuestros antepasados en seis generaciones. Más o tal vez menos. Podríamos pensar en otra realidad histórica nacional.
 Entonces alguien comentaba que fuimos muy ingenuos y que hoy parecemos otro tanto ingenuos. La dificultad principal es que hemos sido catalogados dentro de la división internacional del trabajo como productores exportadores de materia prima y compradores de productos elaborados. Hemos jugado ese rol dentro del mismo proceso de formación del capitalismo. Pero la independencia económica exige un paso previo, que dejemos de pensar como colonizados. Para eso se requiere de una revolución cultural. 

Cuando nos dicen "El sueño del Libertador" está detrás aquella ideología de sus enemigos que lo inmortalizaron en la historia como a un Quijote soñador, un loco constructor de utopías. Reducen su proyecto histórico que espera la continuidad de una estrategia integradora que haga posible la fortaleza de una América Meridional integrada por los intereses comunes. Esa ideología es proyectada desde los intereses de las fuerzas de dominio colonial que operan desde la modernidad temprana, como el proyecto de Francis Bacon, arrebatar las colonias españolas, desintegrar al Imperio Español y disponer de centros de acopio de las materias primas que requería el desarrollo industrial.
En pocas palabras la verdadera conquista no está tanto en el dominio del territorio sino en adueñarse de las rutas marítimas.

Es necesario pensar la historia como un todo inseparable donde todo acontecer fluye en cambio constante. Para este fin se requiere anotar en cada neurona acudiendo a los automatismos de la red mental de información. La clave del éxito está en un cambio de paradigma y una metodología adecuada a semejante necesidad.


Pero la comprensión de la realidad histórica entendida no solo como lo que ha sucedido sino como correa de transmisión con lo que está sucediendo como historia en el mismo presente que estamos viviendo es una premisa,  pero falta algo que forma parte de la realidad que estamos viviendo, porque lo que estamos estudiando es la historia un conflicto, entendemos por necesidad aquella frase repetida hasta el cansancio: “Con una visión fantasiosa de la historia, no podemos tener una visión real del presente”. Aún con todo lo expresado debemos también aclarar que vamos más allá del historicismo entendido como lo explicaron los historiadores desde finales del siglo XIX y principios del XX: consideraban partir de la premisa de que el conocimiento del pasado es posible partiendo del hecho de que la historia es resultado de acciones conscientemente producidas y que los documentos históricos  daban respuesta a preguntas formuladas en el presente como si el razonamiento fuera homogéneo y existiera permanencia del significado en los vestigios materiales. La clave del sentido de la historia está en el presente entendido como última fase del desarrollo histórico logrando apropiarse del sentido de los vestigios del pasado.
Observemos el sentido de las dos láminas que reproducimos para la reflexión y el debate.
¿Qué tanto han cambiado las perspectivas de los intereses coloniales?
En esos días cuando lo que quedaba de la Gran Colombia era reconocido como Venezuela, Nueva Granada, Ecuador, Perú y Bolivia; España reconocía la Independencia de Venezuela, ya los ingleses habían enviado mineros y misioneros evangélicos para establecer el contacto con la Indianidad y establecer la ocupación de esta rivera del Esequibo Vibrador.
Esta realidad de Venezuela acosada internamente desde afuera con cómplices internos no es ajena a lo que sucedía en los inicios de la República de Venezuela. Hoy es más compleja porque los intereses foráneos son más diversos. Los intereses de los múltiples actores que se mueven dentro del conflicto llevan sus propios conflictos en paralelo.

Vemos el escándalo diplomático en torno a la incursión del Barco de la Exxon Mobil, explorando como en antaño. Después de semejante hallazgo el Primer Ministro Guyanés es destituido. Pero estamos seguros que no fue por el escándalo diplomático. Las petroleras británicas, BP y la Shell que rivalizan con Exxon y Mobil deben estar también detrás de esos ricos yacimientos. Queda otra rival PDVSA, Venezuela tendría opción de explotar esos yacimientos en conjunto con los Nuestros que los avecinan. Pero una PDVSA arrodillada a los intereses foráneos es la que necesitan quienes pretenden desconocer la legitimidad del Gobierno venezolano.

Esto apenas es un aspecto de los múltiples asuntos y actores que se deben revisar a la hora de redactar una realidad nacional con eventos que le amenazan cambiar el rumbo de un día para otro.


La pregunta del presente: ¿Hay imperios que decaen y otros que ascienden?
El proceso de desintegración del imperio español seguirá avanzando durante el resto del siglo XIX, mientras los anglosajones continúan desarrollando la revolución industrial. En este ambiente donde el sistema-mundo produce un despegue civilizatorio que por primera vez dejará atrás al Valle del Yangzé y a Indostán. Europa los deja atrás en un proceso de aceleración técnico instrumental que yendo Inglaterra y Escocia la vanguardia y luego Francia y el resto de Europa a finales del siglo XVIII. Subrayamos la idea de una realidad histórica  que nos advierte que Europa no siempre fue el centro del mundo político y económico y que su hegemonía económica, militar, política y cultural sobre el mundo, es de corta data y que corresponderá a la Ilustración producir una filosofía política que sólo con Hegel alcanzará el esplendor definitivo al Eurocentrismo.

Hoy vemos como China retoma el proyectos histórico de la Ruta de la Seda. Pensemos un instante la dimensión de lo que fue China antes de todo este ruido de la modernidad y la postmodernidad.

Hasta 1520 cuando los turcos tomaron Constantinopla Europa era periferia de este comercio internacional. Hoy China se aproxima a ser de nuevo la primera economía del mundo. sin agredir ni invadir más que produciendo y haciendo negocios. Detrás de eso que suena tan simple existe un plan geopolítico comercial. Una labor de hormiga y el respaldo de sus haberes en oro.

Si pensamos en lo que fue el tránsito a la Modernidad, lo que había sido este mundo periférico mientras Oriente escribía poemas con tinta e imprimía sobre papel, se orientaba con la brújula y jugaba con artificios de pólvora. En Europa tiraban flechas y lanzaban piedras con catapultas. Suena grotesco y hasta inverosímil para muchos, pero no cuesta mucho sacar cuentas y revisar una historia integrada.

De manera que hay hitos históricos, acontecimientos que desbordan los vasos de los factores dinámicos que la impulsan. Mientras los otomanos les cierran el paso hacia el contacto directo con el comercio. Europa importa talentos, se nutre de conocimiento y cultura hasta que encuentra una gallina de los huevos de oro en un territorio que bautizó América buscando una ruta comercial alterna al paso cerrado por los otomanos.


Así comienza nuestra realidad política al incorporarnos al mundo


Es cierto que en 36 horas nos queda tiempo apenas para la ubicación hermenéutica que conciba la historia como el conflicto entre las fuerzas del dominio colonial, que vistas desde donde se habían asumido como metrópolis, porque en la medida que avanza el tiempo histórico, los países de la periferia asumen una relación de subordinación rebelde, conscientes de su fuerza de resistencia liberadora.

Por eso nos queda la alternativa de hacer de este espacio académico, un laboratorio, un lugar donde adquirir técnicas que nos permitan reducir los hitos históricos, que nos permitan, ordenar el disco duro para interpretar los procesos. Concebir nuestra historia como una ecuación donde se confrontan los vectores de la fuerza de dominio colonial contra los vectores de la resistencia liberadora.

Dijimos que la matemática nos había enseñado a visualizar la realidad histórica de manera simplificada, reducida a su más simple forma de expresar. Una realidad histórica concreta también podemos acudir a los símbolos. Incluso ir al momento primordial de la historia de nuestra América, en la Isla de Quisqueya, la Reina de los Mares. Una ecuación, donde el mar representa al signo igual, o las flechas que nos advierten que del otro lado vinen las fuerzas de dominación cultural, mental, religiosa, económica y que de este lado se encuentran las fuerzas de resistencia liberadora.
Con los cuatro principios que el doctor José Manuel Briceño Guerrero estableció un cuerpo filosófico para la interpretación del criollo, mantuano, representados con símbolos en una de las láminas que preceden. No fueron representados de manera casual. Tiene toda una intencionalidad teórica porque nos permite establecer relación dialéctica entre estos principios constitutivos de la cosmovisión o weltanschauung. Al cruzar el Atlántico, vale decir, a este lado de la ecuación. 

Esos mismos principios que allá lo constituyeron, al venir con su señorío, en nombre de la Corona, bendito por la Cruz, y racionalizado con los mapas y cartas de navegación, fundando cada cuartel, cada Real Audiencia, cada catedral y cada Universidad. Se han transformado, en este lado de la ecuación, nada menos y nada más que en vectores de la fuerza de dominio colonial que los solemos representar de esta manera: