martes, 29 de marzo de 2016

La Identidad Caraqueña de Francisco de Miranda (El Investigador, el estratega) Eloy Reverón

Adjunto texto preparado para el discurso realizado por Eloy Reverón en el Concejo Municipal de Caracas, durante la apertura de la exposición de los artistas caraqueños en homenaje a Francisco de Miranda durante la celebración de su natalicio.

El culto al héroe adquiere sentido y su
justa dimensión cuando se asume como un
compromiso ético con la comunidad histórica
para continuar su obra.
Me han honrado con la responsabilidad de hablar brevemente, de un hombre que vivió una de las vidas más intensas en los espacios geográficos más diversos del mundo y en los momentos más cruciales en la crisis de las tres revoluciones burguesas de su tiempo, las cuales fueron registradas de manera magistral, con la más sólida formación y vocación enciclopedista, en su archivo personal, hoy día reconocido como patrimonio documental de la Humanidad.

Ante un tiempo y espacio en cuya relatividad se balancean los testimonios de su vida, y los escasos minutos que me otorgaron para hacerlo, me queda la alternativa de traerlo y compartido en lo más íntimo que podemos compartir con un personaje semejante. Nuestra identidad caraqueña.

Pensemos por un instante, qué significa la palabra identidad
¿Qué podemos reconocer como idéntico entre nosotros caraqueños de 2016 en el siglo XXI, colocados de frente con un caraqueño de 1750 que salió a recorrer el mundo antes de cumplir los veintiún años en el siglo XVIII.

Portada y contraportada del próximo libro del
Historiador sobre algunos aspectos del pensamiento
del Prócer
La identidad se nos presenta en la respuesta a la siguiente pregunta: ¿De dónde venimos? En nuestro documento de identidad lo describe directamente en los apellidos de nuestros padres y más allá el nombre completo de ellos que nos lleva por la ruta de nuestras propias raíces.

Francisco de Miranda Ravelo Rodríguez Espinoza. Estirpe de las Canarias en el África insular. Comerciante, hijos de vientres judíos conversos, como son los Espinoza y los Ravelo. Pero más allá del oficio que le valió el desprecio por la arrogante aristocracia mantuana. No debemos olvidar que de esa estirpe canaria está conformada gran parte de la ascendencia de nuestra ciudad capital.

Cuando un pueblo decide conmemorar una vida, es porque ha hecho un balance sobre los logros de esa vida y las metas que le quedan por alcanzar a ese pueblo que lo conmemora. Esa es la premisa de la cual partió el cronista de Caracas que más ha hecho por la identidad de la ciudad, sin perder de vista la estrategia de una historia en función de la emancipación de las mentes coloniales.

Enrique Bernardo Núñez
(1895-1964)
Enrique Bernardo Núñez fue talvez el único historiador y cronista de Caracas que rompió el molde propio de estos actos conmemorativos trascendiendo el aspecto episódico del héroe, porque no se interesó tanto en dar a conocer los detalles de su vida en la corte de Rusia, o si fue afortunado en el amor, si fue mariscal de Campo durante el proceso revolucionario de Francia, o la forma tan inteligente como logró salvar su cuello de la Guillotina. Este historiador no perdió de vista lo esencial, lo que aún se mantiene vigente. Me refiero a la verdadera vinculación de un pueblo con sus héroes. El compromiso ético que implica la conclusión y mantenimiento de sus obras.

En el caso que nos concierne estamos hablando de la investigación histórica como una estrategia para alcanzar el objetivo primordial del Plan de la Patria, consolidar el proceso de independencia. Saber hasta qué punto nos estamos acercando al logro de la independencia integral como continuación de la lucha iniciada por nuestros héroes.

Ha sido costumbre rendirle homenaje a la vida y a la obra de los héroes con toda la solemnidad del caso. Sin restarle grandeza a la dimensión del personaje, vamos a asumir el reto de enfocar la cuenta de la investigación desde la identidad caraqueña como estrategia política dentro del proyecto histórico al cual dedicó su vida Francisco de Miranda.

Entonces ser un caraqueño criado a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, no era algo tan simple como estar identificado con una pequeña aldea de una capitanía general del imperio español en América.
Esto es lo que la Historiografía Procolonial
encubre
Con esta ciudad de Caracas están identificados los hombres que realizaron históricamente el proyecto de emancipación. Desde sus inicios, personajes formados en la Universidad de Caracas, tales Francisco de Miranda, en la biblioteca del padre Carreño como Simón Rodríguez, Andrés Bello, formado en la biblioteca de Miranda, o Simón Bolívar, y Antonio José de Sucre que vino de Cumaná para estudiar ingeniería militar en la academia de matemática.  

La idea que queremos divulgar consiste en identificar la distancia entre la Caracas de este grande hombre 1750-1816 y nuestro presente en virtud de los logros emancipadores que aún están pendientes en la agenda de la historia.

La vida de Miranda, como lo dijo el Cronista de la identidad caraqueña es el tema de La Libertad. Recordaba Enrique Bernardo Núñez que “A doscientos años del nacimiento de Miranda el gobierno colonial tiene furiosos defensores entre nosotros. La mente de nuestro país es y sigue siendo colonial.” Después de doscientos sesenta y seis años no sabemos a ciencia cierta cuantos herederos de esas mentes coloniales quedan.

¿Cuál es la Caracas que identificó a estos hombres de mundo que partieron todos para no regresar vivos? Pareciera contradictorio. Los historiadores inclinados a la colonialidad del poder lo sitúan como a un extranjero porque vivió más de cuarenta años fuera de Venezuela. ¿Qué tiene Caracas? Cuál es su encanto, que tienen que preguntárselo a un poeta, como le respondió a mi primo un Boxeador a quién le habían formulado esa pregunta.
 Pero no lo vamos a preguntar a los poetas, se lo preguntaremos a nuestra historia. ¿Qué tiene Caracas? Un compromiso ético que nos impone la identidad con nuestra comunidad histórica.
Es necesaria una revalorización del culto a los Héroes

Son dos Caracas en una, aquella que había surgido de la explotación de la mano de obra esclavizada que conformó a los grandes cacaos bajo la dinastía de los Borbones y dio espacio para la llegada de libros y la conformación de una rebeldía que se oponía al intento por parte de la Corona española, de monopolizar y controlar por la vía de la fuerza de las armas y de la Compañía Guipuzcoana, la actividad económica de la Capitanía general. Ella encontró a la rebeldía de otros canarios de la Candelaria como fueron Juan Francisco de León, Mikaela Delgado y Salvador Delgado Espinoza. Que no fueron antecedentes de la independencia como ha sugerido la historiografía procolonial encargada por la Oligarquía Conservadora para justificar su dominio. Fue el antecedente de una explosión social que duró un siglo, de revueltas políticas, en busca de una justicia social no definida, o sintetizada en la palabra Revolución.

La otra Caracas, aquella que se inundó con la llegada del petróleo, extraído por  otra Guipuzcoana, pero ahora petrolera, de la que ha surgido este mundo complejo de enfrentamientos contra el mundo de los grandes cacaos de la meritocracia que no pudieron entender, que aquella Caracas de Francisco de Miranda, de Juan Francisco de León, sigue siendo la Caracas Rebelde que niega a dejar olvidar su memoria histórica detrás de las películas de vaqueros y de INDIOS, donde el invasor siempre el bueno. No, nos negamos a olvidar nuestro compromiso con la historia, y con aquellos de nuestros antepasados que siempre lucharon para alcanzar la Libertad, la Unión, la Integración para alcanzar el noble objetivo histórico trazado en el Plan de la Patria, la consolidación de la Independencia Integral para incluir a todos en ese ideal de la Vida Plena que resucitó el Comandante Chávez en el proyecto político del Libertador Simón Bolívar.

                                                                      Muchas Gracias
GDC,
Caracas 28 de marzo de 2016