miércoles, 10 de mayo de 2017

Reforma Constitucional Eloy Reverón

La constitución de 1961 estaba blindada contra el poder del pueblo, carecía de un mecanismo para activar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.  A finales del siglo XX, regía aquella Constitución, por tal motivo fue necesario hacer un referéndum consultivo al Soberano para que la gente decidiera mediante su aprobación o su negación, que se realizara o no se realizara la Asamblea Nacional Constituyente. Si pensamos en la etimología de la palabra Demos/Pueblo Cracia/Poder, la palabra pierde su significado.

Aquella Constitución estaba hecha a la medida de los intereses de quienes habían hecho posible montar una partidocracia amparada por los dueños de las compañías petroleras extranjeras que operaban en Venezuela. Una fachada democrática fundamentada en la comedia electoral. El poder residía en los amos de los partidos políticos, sus financistas. ¿Cómo sucedió esto?

El Gobierno presidido por el general Marcos Pérez Jiménez había acordado con las petroleras, una serie de condiciones para la extracción de los hidrocarburos, que llegada la hora de darle cumplimiento, las compañías no estaban dispuestas a acatar. Con el fin último de no cumplir con esos requisitos operativos ventajosos para Venezuela y costosos para ellos, los señores Betancourt, Villalba y Caldera salían como hoy sale Julio Borges al Norte, para recibir instrucciones. 


Cuando la gente entendió que era necesario que el poder del Pueblo no continuara siendo un cheque en blanco firmado a favor de un poder político  escogido a través de los colores de las tarjetas electorales que representaban a cada partido político, fue necesario democratizar la “democracia”. 

Estábamos a mediados de la década de los 80 cuando se caía la careta del carnaval democrático, se ponía de manifiesto la crisis política del llamado Pacto de Punto Fijo. Este tuvo su origen económico en las necesidades financieras de las compañías petroleras que habían operado en Venezuela hasta finales de la década de los años cincuenta del siglo XX.

Por esta y por otras razones nacionalistas, el Presidente que hasta entonces había sido un progresista demócrata, se convirtió  en un feroz dictador por obra y gracia de los intereses petroleros internacionales. O decir de un historiador procolonial, de la dictablanda a la dictadura. El Alto Mando decide que el general Marcos Pérez Jiménez debe irse y el pueblo sale a la calle a desahogar su rabia y a proclamar su libertad.


Los partidos políticos organizaron las elecciones con tarjeticas de colores que les entregaban a la entrada de la mesa electoral. Escogías las tarjetas y secretamente el elector depositaba las tarjetas de su preferencia y el resto las guardaba como evidencia de que había votado, que había cumplido con su deber, y que había votado por el juego de tarjetas que faltaban. En la medida que la gente se daba cuenta de la farsa, fuimos evolucionando hasta el tarjetón.
 
Los demás partidos fueron excluidos
Después de la farsa electorera llegó la Constitución. Los partidos políticos que más tarjeticas reunieron, repartieron todos los cargos públicos, entre ellos, a los representantes de la Cámara de Diputados y la de Senadores, quienes encerrados en sus propias cámaras discutieron los términos en que se discutiría esa Constitución. ¿Cuál es la diferencia en la forma como se discutió y aprobó la Constitución Bolivariana?
La salida a ambas crisis fue la Constituyente

Por considerable mayoría, y después de haber sido discutida públicamente y revisada y leída por todos, la Constitución Bolivariana fue discutida públicamente y después se sometió a votación y así fue aprobada la Constitución, después que la gente pudo leerla, discutirla y aprobarla. Todos tuvimos la oportunidad de exponer el modelo de país que queríamos. Así la RBV adquirió estructura jurídica y quedaron establecidos los principios que conforman el Estado Venezolano.

Ahora que han transcurrido más de 17 años. Lo primero que debemos saber es que se trata de una reforma y que esto significa que no se va a tocar ni su estructura del texto, ni sus principios fundamentales. Los electores y electoras vamos a revisar el texto para modificar o agregar normas.
 
Al presidente le corresponde la iniciativa de lanzar
la primera bola del juego.
El Poder Ejecutivo es uno entre tres poderes que comparten la potestad de hacer la jugada de apertura del Proceso Constituyente. Al Poder Legislativo mediante una mayoría señalada por la Constitución. El Poder Popular cuenta con el derecho de convocarla mediante la voluntad manifiesta del 15 % de los electores inscritos en el Registro Electoral. Así lo señala la Constitución, lo demás que digan es invento.

El tema es que el Presidente puso en las manos nuestras: el poder constituyente. Si es la voluntad de la mayoría que salga, saldrá, pero única y exclusivamente dentro de la Constitución. No por la vía violenta, menos financiada por intereses de compañías extranjeras.


Esto es lo que no comprende la mayoría. El tema de fondo son los recursos naturales que abundan en Venezuela. Las campañas de concientización para el tema constituyente no deben perder ese detalle que duele en el bolsillo de la gente. La renta petrolera con la que se financian todos los servicios.

Estamos ante la iniciativa para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente concedida por el artículo 348 al Presidente de la República Bolivariana, el presidente Nicolás Maduro reunió al consejo de ministros para dar inicio al proceso. Una opción estratégica, un camino táctico. Convocó a todos los habitantes de Venezuela y grupos sociales para que convoquen a una Asamblea Constituyente. Fase Asamblearia, este es el momento actual del proceso constituyente.


Esta medida resulta más democrática que elecciones generales, para las cuales habría que esperar a que el Presidente cumpliera su mandato para no desacatar a la Constitución. Para aquellos obstinados cuyas inducciones los llevan al deseo de que Maduro se vaya antes de que termine su mandato, fue el mismo Presidente quien toma la iniciativa de que eso sea posible mediante la Asamblea Nacional Constituyente. 

Tampoco la medida pretende sustituir a la actual constitución. El objetivo primordial es darle una salida pacífica a la crisis. Otorgarle rango Constitucional a las Misiones y discutir algunos aspectos que estén pendientes y que la gente las propondrá en su respectivo escenario.

Y si la gran mayoría decide volver a las garras del FMI o del Consenso de Washington, o incluso admitir que la búsqueda de la Vida Plena es una entelequia filosófica porque la gente que ya no le produce capital al sistema, se le debe dejar a la caridad, olvidarse de aumentos salariales por 20 años, llevar la jornada laboral a 12 horas diarias de lunes a sábado, como la caja de Pandora que resultó de las elecciones en Brasil, para no entrar en detalles con respecto a Argentina.

Esa realidad no lo publicitan los partidarios de la violencia porque ellos necesitan un caos para echar por la borda toda la institucionalidad y dejar el país a merced de sus amos. Con la Constitución Bolivariana tendrían que echar por la borda todo el ordenamiento jurídico.

Aunque los representantes de los partidos de "oposición" se mantienen en desacato, utilizan su inmunidad parlamentaria, vale decir en este caso la impunidad parlamentaria porque la utilizan como escudo para faltar el respeto públicamente a las autoridades e incitar la violencia quienes están inconformes con el Gobierno y ejercen su derecho a protestar pacíficamente, pero nunca autorizados por derecho a cubrirse el rostro con capuchas y cerrar las vías públicas y lanzar objetos contundentes desde lo alto de los edificios ocasionando la muerte de transeúntes ajenos a las manifestaciones.

Si están tan seguros de que cuentan con la mayoría y que las personas que por ellos votaron todavía están dispuestas a reafirmar su apoyo a las fechorías que cometen. ¿Por qué temen al más amplio democrático de los diálogos que es una Asamblea Constituyente?
Amanecerá y Veremos

Porque nadie en su sano juicio puede poner en duda que el espacio de una Asamblea Constituyente es el diálogo más abierto y democrático que ha conocido la historia política de Venezuela. Es una consulta desde la base, como forma más expedita para un diálogo que llegue al objetivo primordial que la Paz. Ampliar y perfeccionar un sistema económico que contemple la regularización que contempla la existencia de una economía diversificada y con carácter de obligatoriedad constitucional.

El Presidente está acudiendo a la fuente original de la soberanía que reside en el pueblo. El poder constituyente originario que es de donde se fundamenta toda la energía y la potestad política del pueblo en cuanto a soberano. Una Asamblea que sobrepasa el poder del mismo presidente, en una tradición presidencialista como la nuestra. Es bueno que pensemos en esta realidad antes de dejarnos cautivar por las inducciones publicitarias que han tratado de satanizar todas las propuestas de diálogo y de paz.

Quedan otras preguntas pendientes que debemos hacernos en torno a este tema, lo importante es que nos guíen nuestros propios pensamientos y no lo que nos dicte la publicidad. 

En todo caso La iniciativa es presidencial y la convocatoria es del mismo pueblo con las puertas abiertas. Ya estamos ante una nueva negativa, ahora no quieren la Constituyente de la que hace poco hablaban con tanta arrogancia.


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