A
partir de este momento de 2015 celebramos el 24 de junio como día del Ejército
popular. Ese es el símbolo que alude el ingreso de un cofre vacío que reconoce
la presencia del Negro Primero al Panteón Nacional. No se trata de unos restos
mortales, sino de un símbolo que reconoce a la negritud como una parte
importante de toda la gama de colores que tratan de definir nuestra
venezolanidad.
Es
el reconocimiento de ese espacio para el héroe popular anónimo que había sido
siempre excluido de una memoria histórica donde es precisamente ese pobre en
sus chozas quien está detrás del héroe, y sin el cual el héroe no existiera. Y
es por eso que el Gobierno no encontraba mejor manera de hacerle este justo
reconocimiento en aras de la igualdad.
Por
eso digo que del Negro Primero al Primero de los Negros como José Leonardo
Chirino y al mismo presidente Petion, a quien la historia del colonizador lo
percibe como alguien de otra historia porque lo conquistaron los franceses y no
los españoles. Es precisamente en este tipo de detalles donde se aprecia el
discurso de la historia para la dominación.
Al
margen de intereses mezquinos, se trata del reconocimiento histórico de un
pueblo que se lanzó a un estallido social en una búsqueda instintiva por
defender no solo su Libertad, sino por alcanzar su igualdad y en contra del
sistema colonialista esclavista español, que heredó la Oligarquía Conservadora
al reinstalar su hegemonía en 1830, esclavitud que vino a ser abolida, sólo
cuando resultó ser más barato alquilar a los esclavos que comprarlos. Pero sin
ir muy lejos también es aquel cuyo nombre jamás estuvo registrado en partida ni
en acta de nacimiento alguna, porque nunca bajó del cerro hasta aquel febrero
cuando las balas del FMI lo callaron para siempre.
Aunque
antes que la esclavitud, los soldados de Su Majestad habían llevado a la
práctica un modo de producción que no aparece ni si quiera en los manuales del
materialismo histórico. Me refiero a la explotación de la mano de obra
desechable. Algo tan abominable como tomar a un ser humano como si fuera una
fruta de un árbol y obligarlo a sacar perlas del fondo del mar hasta que se
muera. Me limito a mencionarlo porque es materia de la teoría bolivariana de la
historia, la cual merece un espacio aparte. Por ahora nos interesa dejar
sentado que es un espacio simbólico que representa a toda la negritud excluida
del culto que la patria le rinde a sus antepasados gloriosos.
La historiografía para la Dominación separa espacialmente la Historia. No considera a Petion como a uno de los nuestros |
Para
que los godos de siempre entiendan algo que contradice los enunciados de su
cultura de dominación, es difícil hacerlos comprender, sobre todo, a los
diputados godos que no quisieron asistir al homenaje, que según los últimos
adelantos de la ciencia antropológica, todos somos descendientes del continente
africano, o como bien acuñaron los amos de estos godos locales, somos
afrodescendientes.
Esa
godarria tampoco puede entender por qué tres cientos años dominio cultural no
podían ser borrados mediante la firma del Acta de la Independencia, y una
década de guerra civil no había sido suficiente para alcanzar los objetivos
últimos de los más humildes, de los herederos de la sangre que había forjado
las bases económicas de lo que sería el capitalismo mundial. Esto mucho menos
porque la historia de los godos tampoco lo ha explicado. Hagamos un esfuerzo.
Provisionalmente
nos interesa dejar sentada la idea de que el 24 de junio es un día relativo a
varias celebraciones de gran importancia para la historia de la Humanidad.
Desde gran revolución agraria, los pueblos de nuestra América celebran el
solsticio de verano durante la sexta luna del año. Cito a manera de ejemplo la
fiesta del INTI RAIMI como fecha de la apertura a la gran cosecha del Maíz
celebrada por los incas como herencia de otras culturas más antiguas que ellos.
La
herencia pagana del cristianismo la sincretiza como fiesta de San Juan, quién
fue reconocido por los masones, tanto católicos como protestantes como su santo
patrono en su día internacional.
Históricamente
se ha especulado la versión de que la celebración de una batalla decisiva fue
resultado del acuerdo firmado y sellado con un abrazo en la ciudad de Santa Ana
de Trujillo por los generales Pablo Morillo en nombre de su rey, y por Simón
Bolívar en nombre de la Gran Colombia. Pero esto es una versión historiográfica
construida a partir de la desintegración del proyecto político del Libertador
en el año de 1830.
Monumento que alude símbolos masónicos en Santa Ana, lugar del encuentro Fotografía: Eloy Reverón |
Mientras la América toda existió en una sola nación
como un solo Estado emancipado la batalla de Ayacucho fue la fecha de la gran
batalla mediante la cual los ejércitos patriotas unidos echaron al Ejército de
los Borbones. De manera que también existe una Orden de los Libertadores como
creación de la república que surge de la división de la Gran Colombia, mientras
cada republiquita separaba su espacio geográfico y su tiempo histórico al
servicio de los nuevos colonizadores que se adueñarían de ellas a través de una
nueva forma de conquista: la deuda externa negociada por separado para mejor
beneficio del acreedor.
Si
no caemos en la trampa de la historia para la dominación, la cual divide
espacial y temporalmente la historia para dividir de igual manera nuestra
consciencia histórica y de esta manera evitar el ejercicio de la praxis
revolucionaria, la cual está directamente ligada al juramento que solicitó el
presidente Chávez a más de 40 mil milicianos en la avenida Bolívar en el año
2010. Un juramento abalado por sus padres, vale decir, por el espíritu de
nuestros ante pasados como diría la indianidad.
Mano de obra desehcable |
Todo
esto lo digo como una persona que ha dedicado su vida a estudiar la historia
como camino de búsqueda espiritual en las raíces ancestrales y en el hallazgo
de esa identidad con mi comunidad histórica donde encuentro a la historia como
instrumento de cambio social, como camino hacia la libertad y la igualdad hacia
la cual nos conducen los cinco caminos históricos desde donde viene el Plan de
la Patria, en la búsqueda de la vida plena como la entendían los griegos y los
incas, o la mayor suma de felicidad posible como la explicó El Libertador. Pero
sobre todo, para encontrar la ruta íntima de la ética como compromiso ancestral
a favor de nuestra descendencia.
´Fotografía de Heberto León |
Entonces dejamos claro que en el Panteón no
está solo Negro Primero representado en ese cofre, sino que él representa
también al Primero de los Negros, como dije, a José Leonardo Chirino y la
fuerza histórica que recibió desde la Quisqueya, primera república fundada en
1804, base de operaciones utilizada tanto por Miranda en el inicio de la guerra
por la independencia de nuestra América, tal como lo expresó en su manifiesto
de Coro. Pero también la negritud del Haití de Petión como protector de
Bolívar, Mariño, Sucre, Piar y todos los patriotas que encontraron apoyo en la
República independiente de América donde se había abolido para siempre la
esclavitud.
Pero todavía existe una esclavitud sutil, como la llamaba Alí Primera. Su látigo no marca la espalda pero deja una cicatriz más profunda en la conciencia. Es la hipnosis colectiva promovida desde las pantallas luminosas del cine, la tv y los avisos luminosos de la ciudad. Inducen a los mediante la proyección de imágenes agradables de jóvenes sensuales gozando de buena salud, jugando bajo el sol y la playa, mientras subliminalmente le ordenan a consumir veneno. Adictos mueren millones de seres prematuramente, y todavía hablan de Libertad.
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