viernes, 28 de octubre de 2022

Asalto al Capitolio o Histeria de una Derrota Anunciada Eloy Reverón

El asalto terrorista al Capitolio estadounidense fue la noticia que acaparó la atención durante el día de los Reyes, y hasta el tiempo que consideren necesario los medios de invención de la realidad. Al igual que en el espectáculo de las torres gemelas están presente elementos mediáticos que suscitan más preguntas que respuestas. Pero antes de entrar en el tema es preciso ubicarnos dónde y cuándo ha sido presentado este teatro de operaciones que por las características tiene más de teatral que de operacional. Después nos ubicamos a nosotros como observadores desde el mismo palco mediático que los demás espectadores, pero con una variable que consiste en que además de una buena ración de cotufas, contamos con una memoria histórica y que estamos claros de que todo el show es producto de una realidad histórica que no está al alcance del público de galería. La tele nos presenta al templo de la democracia profanado por una horda de saltimbanquis, trepando los muros y rompiendo las ventanas ante una policía complaciente incapaz de ponerle la bota sobre el cuello a ninguno de ellos, pero suficiente con una víctima asesinada por una bala desconocida para darle carácter real al drama.

Comenzaría preguntando. ¿Quién es el más favorecido con todo este espectáculo? ¿El presidente Trump tenía necesidad de una salida tan indecorosa? ¿No le habrán hecho trampa a Trump o la elección de los colegios electorales fue la de costumbre? Vale decir ¿Será designado el más conveniente a los intereses plutocráticos? Para no entrar en detalles, supongamos que se trata del sistema democrático modelo por excelencia que presentan las películas estadounidenses, democracia en inglés estadounidense, no se les ocurra traducirla del griego o del egipcio. Mucho menos hablar de democracia participativa u otros “comunismos”. Pero además no debemos perder de vista que el sistema político y electoral que rige a los Estados Unidos de Norte América fue diseñado para un país que ya no existe y que por más que Trump hubiera prometido a cerca de 70 millones de ciudadanos que lo apoyaron, no están dadas las condiciones para que vuelva a ser lo que solía ser.

Si Trump sólo se merece la destitución por la enmienda 25 para destituirlo por enajenación mental. ¿No ha sido suficiente la conducta psicopática que ha reflejado su personalidad de niño rico malcriado durante los últimos cuatro años? ¿No están más locos quienes le entregaron el garrote? Al final de cuentas o de cuentos ¿A quién quedará finalmente representando Trump? ¿Representa a esa comparsa carnestolenda que montó ese espectáculo digno de un cómic de un Bat-man como el de la Ciudad Gótica de Hollywood, o el de un Musul-man como el de las Torres Gemelas de Nueva York? Los más favorecidos con semejante patraña son los políticos de la administración entrante que van a cambiar todo para que no cambie nada.

El Trumpismo es hoy otra minoría confrontada a otras minorías que el presidente saliente pretendió capitalizar a su favor como si en Estados Unidos hubiera un poder electoral capaz de mostrar transparencia para garantizar el ejercicio de una democracia acorde con el significado y etimología de esta palabra. Aquí el “demos” es la camarilla de banqueros que desde 1911 asaltó al congreso y se apropió del control de la Reserva Federal. Toda la plutocracia que se conformó desde entonces, la misma que llevó al mundo a dos guerras mundiales, y a una larga y tortuosa guerra fría para quienes la financiaron, y caliente para quienes fueron sometidos al alcance de las armas que produjeron sus industrias.

Detrás del telón se encuentra un país castigado por la exclusión, el racismo, la desigualdad, la mentira, la injusticia, pero con una impecable industria cultural que no termina de agotar el sentido de la realidad de los tele espectadores ni sus divulgadores de las redes sociales. Detrás de las mascarillas del Covit19 está la profunda crisis económica, la frustración de un pueblo ilusionado con un lema parecido a aquel del ex presidente venezolano bachiller Carlos Andrés Pérez antes del estallido social que se recuerda como El Caracazo. Su lema fue: “Con el partido Acción democrática se vive mejor.” Una invención de la realidad que desde el inglés estadounidense, se traduce como sueño estadounidense, o colonialmente traducido como sueño americano.

Pero abarcar toda la realidad histórica del presente no solamente significa volver a la época de cuando el Secretario de Estado, Robert Mc Namara prometiera con aquella seguridad tan arrogante que en quince días, gracias a su intervención militar en Viet Nam, ellos solucionarían un problema colonial que los franceses tenían veinte años tratando de controlar y ya vemos como trata a esa derrota la realidad histórica y como la presenta el cine y la TV estadounidense.

Ya no es solo la Corea que le supo mostrar los dientes a la señora Condoleezza Rice, respondiéndole que sí tenían armas nucleares, ¿y qué?. Tampoco estamos ante el chasquido snob de la señora Hillary Climton: – “Ay nos equivocamos, no había armas de destrucción masiva en Irak”, ! Qué sorpresas te da la vida muchachona¡. La nueva careta para Covit19 no puede ocultar la impotencia estadounidense al observar como China se está posesionando como primera economía mundial, pero no es tan solo eso, sino que además supo repeler el ataque de la guerra bacteriológica, en tiempo récord ofrece ayuda a los demás países, mientras los yanquis llegaron a decomisar cargamentos de mascarillas con el pretexto del interés nacional, o razón de Estado del realismo político del viejo Hans Morgensthau. Es un tema de ética, o de potencialidad moral de una cultura.

¿Qué es lo que se aprecia de la oposición a Trump? Otro show mediático de voces rasgándose las vestiduras como el melodrama de la señora Nancy Pelosi ante la “profanación del Templo de la Democracia” clamando por Dios ante las cámaras legislativas y las cámaras de la televisión. Para otros como el ingenioso Biden y sus asesores políticos no fue más que una insurrección, un parecer que parece que fuera de la boca para afuera, una pieza del libreto.

Donald Trump ya fue el tonto útil al orden plutocrático al cual se le pueden agregar características de la histeria de una derrota anunciada al estilo de un Leopoldo López, sin tantos muertos, o con los que faltan (Había una víctima cuando redacté el primer borrador). Otros más sagaces han hablado de un autogolpe, donde a todas marras, al que menos le convenía una acción semejante era al inquilino de la Casa Blanca, que como buen niño rico malcriado no quiere devolver su juguete favorito. Se le podría observar como el iracundo que amenazó con matar a su mujer delante de todo el mundo, y luego nadie le creyó que vio a un hombre manco huir de la escena del crimen, como el protagonista de una serie de televisión en Blanco y Negro, El Fugitivo. Otros también podrían acertar con el escenario de una estrategia diseñada por el mismo Trump, pero que se les pasó la mano en el movimiento táctico aunque no se sabe que sucedió en los Estados Restantes.

El tema es que las características de la personalidad presidencial o ex presidencial, dan pie para creer factible los escenarios más descabellados, al menos mientras más inverosímil parezca, mayor cantidad de gente lo creerá al momento del impacto. Sobre todo por aquellos que prepararían un golpe para presentarlo como un auto golpe, ¿lo suficientemente efectivo como para decepcionar, a 70 millones entre electores y sub electores que apoyaron al candidato republicano? Tanta gente que de alguna manera resulta necesario desvincularlo de ese liderazgo. ¿Habría mejor escenario para lograrlo? No lo sé, pero a escasas horas del hecho, ya le habían comenzado a abandonar sus más cercanos secuaces, como el mismo vicepresidente Pence y quien sabe cuántos de los senadores y diputados que ya tienen sus curules listos para ser ocupados, pero todavía quedan muchas preguntas para los investigadores.

¿Fueron solamente las palabras de la personalidad psicopática del presidente estadounidense las que generaron el show del día de Reyes? ¿Qué pasó con la habitual violencia que ha caracterizado la política represiva estadounidense? ¿La policía de Washington actuó conforme a la naturaleza de las instalaciones y a los representantes del poder legislativo que estaban representando? La forma como salieron los miembros del congreso y la forma como entraron los actores y actrices que representaron el papel de asaltantes genera más dudas que las respuestas que ofrecen.

La posibilidad de un fraude electoral la hemos escuchado en el mismo discurso presidencial desde hace mucho rato atrás, y en la naturaleza y forma como se realizan esas elecciones y esos escrutinios, dignos de la Venezuela Gomecista, cualquier locura es posible. Han circulado noticias donde se escucha una grabación con la presunta voz del presidente presionando a un funcionario con potestad electoral con el objeto de hacele alterar los resultados electorales de Georgia. En todo caso, esto es materia de investigación. ¿Será mayor el escándalo porque la víctima tenía la piel blanca y fue asesinada en el recinto capitular? ¿Habrá sido realmente la incitación de Trump lo que motivó el asalto terrorista o fue un plan desarrollado sobre la base de que el mismo presidente había hecho amenazas de no reconocer los resultados electorales? ¿Una incitación? Si hubiese sido una acción espontánea, ¿Porqué declaró un testigo en la tele que muchos de los actores viajaron a Washington con armas y hasta con un disfraz de guerreo Siux, como el que se hizo retratar uno de los “manifestantes” y que se hospedaron en hoteles cercanos. Entonces, es posible que sea un movimiento estratégico del gobierno entrante para neutralizar el verdadero malestar que está detrás de una posible rebelión e incluso para alentar una evidente división entre los republicanos tradicionales. La realidad es que un estallido social está en proceso. ¿Será una estróica como la de la desaparecida Unión Soviética? ¿Qué es entonces lo venimos observando avanzar desde el 11 de Septiembre aquel? Aquella antesala a las atrocidades que el mundo ha presenciado después de la fatídica fecha. En la historia el tiempo transcurre con más lentitud, en la realidad las cosas suceden tan rápido que no da tiempo a digerirlas. Será la historia en pleno avance quien nos irá respondiendo tantas preguntas. ¿Qué tenemos en el pasado inmediato?

El presidente estadounidense amenazó y reprimió con brutal firmeza a las protestas que se desataron después del crimen racial perpetuado contra la persona de Georges Floyd apenas el primero junio de 2020, fecha para la cual, el la cifra de muertes por el Covit19 sobrepasaba las 100 mil víctimas, mientras la mascarilla continuaba cubriendo la enfermedad financiera del dólar. En altas horas de la noche sumaban a cuatro las víctimas de la convulsión generada por los actos terroristas perpetuados contra el Capitolio estadounidense obligando a los congresistas a refugiarse debajo de los escritorios como si estuvieran en una república bananera. Todos se retiraron como en un ensayo de simulacro de incendio. ¿No se nota algo extraño en las imágenes?

El tema es que para el resto del mundo, se impondrá la realidad virtual. La decadencia de lo que fue el imperialismo yanqui, tan simplificado con esta vieja expresión, pero que es el imperialismo es algo más que la fase superior del capitalismo. Todo esto es más complejo que un enfrentamiento entre buenos y malos, o de derecha e izquierda que pintaba el mundo bipolar. Son muchos los sectores de influencia y tantos otros quienes articulan la política y las tomas de decisión del Estado. Pero para nosotros es el mismo musiú con diferente cachimbo. La exportación de sus modos de producción a China les dio ganancias pasajeras, poco a poco las importaciones chinas resultarán más costosas y sus posibilidades de imponer a la fuerza sus tratados unilaterales de “Libre comercio” al resto del mundo cada vez más lejanas, y que la unión y cooperación internacional hace a los países cada vez más invulnerables a sus amenazas, chantajes y sanciones, pero todo esto es solo una cara de la moneda.

Me refiero a que esta realidad nos ponga en estado de alerta, que no nos durmamos en los laureles del centenario de Carabobo. Porque los nueve años siguientes hasta la muerte del Libertador no fueron más que un proceso de nueva colonización, mental y económica que iniciaron los financistas de nuestras guerras disque por la independencia, aquellos que se apoderaron de nuestra deuda, de nuestra economía y financiaron cien años de guerras civiles, irónicamente con oro que los ingleses sacaron en esta rivera del Esequibo Vibrador. Una guerra de cien años hasta que “la planta insolente del extranjero” osó profanar el suelo patrio, y entonces llegó el Tío Sam y los paró en seco con su doctrina de América para los Estadounidenses, aunque todavía hay ingenuos que la traducen como América para los americanos, mientras Thomas Jefferson y James Monroe se ríen del mundo desde sus tumbas.