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viernes, 24 de abril de 2015

El Pensamiento ¿Anti Imperialista? Latinoamericano por Eloy Reverón

Este título con interrogación tiene razón de ser porque el anti genera cierta contradicción en mi fuero interno porque tengo la convicción de que el pensamiento latinoamericano tiene una característica peculiar de herencia hispana con abolengo moro, pero nutrida de la nata indianidad, donde los anti que oponen y los ismos que sugieren doctrinas quedan superados por la praxis revolucionaria de Simón Bolívar, cuyos influjos van desde México hasta la Patagonia cuando pensamos en filosofía como liberación y aún más, en la teología latinoamericana, la Teología de la Liberación.

Es la Libertad por la Libertad misma, con un altruismo quijotesco que mira en ella a su Dulcinea sin atreverse a llamarla con ese nombre por temor a restarle originalidad. Esta contradicción no ha sido generada por motivo propio, sino por la lectura de un historiador de la Filosofía, quien después de elevarse sobre la filosofía de la historia concibió una nueva forma de hacer filosofía, la filosofía como liberación. Me refiero al filósofo latinoamericano Leopoldo Zea (1912 2004).

Mientras en la Venezuela del siglo XX le encendíamos velas a Simón Bolívar como si fuera un santo, tal como lo cantaba Alí Primera; en México era objeto de pensamiento filosófico, inspirador de la filosofía como liberación propuesta filosófica del mexicano. Observa Leopoldo Zea las características de Bolívar proyectada desde la praxis revolucionaria del Libertador.

El tema es que la naturaleza del pensamiento de Zea se alimenta de la idea bolivariana de Libertad cuya peculiaridad consiste en su estrecha ligadura con la idea de unión e integración latinoamericana. Su propuesta filosófica es bolivariana en cuanto a la idea de unión e integración del pensamiento filosófico.
Desde que el hombre domesticó al caballo y templó el acero para la guerra, la historia está repleta de conquistadores que han ejercido su imperio sobre los pueblos invadidos. Simón Bolívar es el primero desde los tiempos de la antigua Persia, que invade un continente para entregarles la libertad a cambio de algo tan intangible como la Gloria.

Desde la misma perspectiva observamos que el peruano Augusto Salazar Bondy (1925 1974) ya había abordado el tema de la Libertad desde las fuerzas dialécticas de la dominación colonial y la resistencia liberadora. Y así, sucesivamente nos podemos percatar que hasta el pensamiento teológico latinoamericano fue arrastrado por esa fuerza liberadora que nos caracteriza en la Teología de la Liberación.

De allí el dibujo mental de que nosotros contamos con el pensamiento bolivariano, el cual de por sí, ya viene impregnado de una carga tan positiva y masculina, que se lleva con su fuerza y estatura a cualquier anti que se le atraviese. Quiero decir que calificar al pensamiento bolivariano de anti imperialista es rebajarlo de estatura, pero antes de argumentar esta propuesta es necesario situarnos en algunas precisiones de orden conceptual.

Para hablar de anti imperialismo partimos de la palabra a la cual se opone el anti. Imperialismo está compuesta por el in latino que alude la idea de algo va hacia adentro; el verbo imperar, ejercicio de la hegemonía. Finalmente el ismo que está vinculado a la idea de doctrina. El imperialismo como una doctrina de rodillas ante la hegemonía estadounidense. El anti imperialismo, la doctrina que propone abandonar la posición de arrodillados.

Pero más allá del argumento leninista, el cual identifica al Imperialismo como etapa superior del capitalismo, resulta pobre el argumento de que sería un anacronismo hablar de Bolívar anti imperialista. En cuanto a la simple observación de que cuando Bolívar vivió, el capitalismo no había alcanzado la etapa superior. Más allá de que limita la imaginación a los escritos de Lenin, es minimizar la estatura del pensamiento bolivariano, bolivariano en cuanto a pensamiento inspirado en la praxis revolucionaria de Simón Bolívar, retroalimentado con la praxis revolucionaria de Hugo Chávez Frías.

La motivación ética es producto de la conciencia que se adquiera de la realidad de la propia comunidad histórica. La Libertad de conciencia como bien generado por la razón, la Unión de lo que se piensa, lo que se dice con la conducta como faro ético; la integración como garante de la Seguridad y Defensa Continental y; la Eudaimonía, como concepto griego de la felicidad aristotélica, el cual al ser traducido como vida plena o mayor suma de felicidad posible como valor moral o social, pierde mucho de su significado original. Estos tres principios del pensamiento filosófico inspirado en la praxis de Simón Bolívar ya se habían elevado más alto que el Chiborazo y el Aconcagua, cuando la hegemonía estadounidense comenzaba a ladrar y a morder.

Entonces, después de que la praxis revolucionaria de Hugo Chávez Frías rescató el legado de Simón Bolívar, lo despertó en nuevo centenario como diría Pablo Neruda, en tiempos de un nuevo socialismo que no hemos hallado mejor nombre con que bautizarlo que el de Socialismo del Siglo XXI, en tiempos cuando se le caen los dientes a la fiera hegemónica. Pensar desde un anti, con la semejante pro como lo es el pensamiento bolivariano redimensionado con la praxis revolucionaria de Hugo Chávez Frías,  entonces se hace necesaria una revisión hermenéutica de nuestra ubicación espistemológica, en cuanto a liberados o, descender de estatura hasta mantenernos como quien se opone a una fiera desdentada.


Eloy Reverón 23 04 2015

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