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lunes, 24 de julio de 2017

El Simón Bolívar de la gente simple Eloy Reverón

No es lo mismo gente simple que gente sencilla. La gente simple es gente simplificada, reducida por un sistema de explotación que especializa muy bien a la gente para los fines que tiene previsto. Lo más importante para este sistema es que la gente consuma la mayor suma de chucherías posible. Ya lo dijo el presidente Bush ante los escombros de las Torres Gemelas: “consuman, consuman, consuman”. Ante las ruinas del Centro Mundial del Comercio, el lugar de reunión de los coordinadores del consumo mundial que gastaron el año dando giros de timón a la economía esperando que sucediera algo extraordinario. Ya lo había dicho el historiador Enrique Bernardo Núñez en su discurso de incorporación a la Academia Nacional de la Historia. Estamos ante las ruinas de una civilización, y los venezolanos debemos poner en tensión nuestro espíritu como el arco de nuestros antepasados. Nuevas formas de conquista se ciernen sobre nosotros. Han transcurrido casi setenta años desde entonces, y la gente sencilla apenas comienza a dar cuenta de ello.
Simón Bolívar
Manuel Gallardo

Para que la gente sencilla consuma chucherías no es necesario obligarla. Solo se requiere simplificarla para poder dividirla, dividirla para poder debilitarla. Para debilitarla es necesario asustarla. Asustada está lista para obedecer las inducciones hipnóticas. ¿Cómo puede saber el sistema la diferencia entre la gente simple y la gente sencilla? La gente simple, simplemente pica el anzuelo apenas olfatea la carnada, come con los ojos cerrados. La gente sencilla en cambio observa y prepara lo que va a comer. Mastica muy bien antes de tragar. Selecciona lo que va a digerir, excreta lo que no va a necesitar. La gente simple no necesita recetas de cocina, la gente simple está lista para servir.

Para producir la mayor suma de chucherías posible es necesario que la gente esté esclavizada. Para esclavizarla lo primero que hay que hacerle creer que es que es libre. Para hacerla creer que es libre es suficiente sustituir su identidad. Sustituir la imagen de sus padres con la imagen de un padre postizo, y si no tiene padre es más fácil encontrar la prótesis de un sustituto. ¿Cómo puedes hacerle creer a la gente sencilla que es libre después de haberle matado a su libertador? Sacarlo del olvido y contar una gran epopeya. Repetirla igual todos los años.

¿Por qué implantar un nuevo sistema de esclavitud si ya habían acumulado suficiente capital? El capital nunca será suficiente. Además llegó el tiempo cuando resultó más barato alquilarlos que comprarlos. Alquilados consumen algo. Comprados había que alimentarlos. El general Páez vendió al Gobierno sus esclavos para después alquilarlos. La nación era libre, no se veían las ataduras de las deudas. La gente simple gritaba libertad, sin saber que después todo sería como igual, pero con otro nombre.
Bolívar desde la Logia
Ciudad Bolívar

La gente simple teme a que le quiten una libertad que no ejerce. Cree que el pasado está atrás como un ancla que no le deja avanzar al progreso. La gente sencilla intuye que el tiempo es uno solo y que Bolívar vive en la unión, la integración de todo lo que simplificaron, redujeron para dividirnos, esclavizarnos y llevarse todos los recursos de la Tierra de Gracia, como siempre haciéndonos el favor de salvarnos, civilizarnos, transferirnos tecnología y llevarnos a empujones hacia el progreso.

La gente simple saca a ventilar su bandera para cumplir con El Decreto. La gente sencilla ondea su bandera orgullosa de tener un lugar de adscripción, una referencia sagrada antes de comenzar el partido de pelota, de identificarse con un ganador en las competencias deportivas mientras que la gente simple levanta los hombros pensando en eso de libertar cinco naciones como una medalla olímpica mientras que la gente sencilla suspira con nostalgia por un Libertador que unió a la gente e integró la Patria para comenzar a liberarla, mientras que sus herederos enemigos la dividieron en seis pedacitos para que todos pudieran manosearla.   

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