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viernes, 13 de octubre de 2017

Panchito de Miranda por Eloy Reverón

Francisco de Miranda nació en la familia y la clase social adecuada y dentro de un fértil y fresco valle que medio siglo antes había estado sumido en una pobreza material que gracias a la producción y comercialización del cacao con la explotación de mano de obra esclava se había convertido en el centro de generación de la riqueza que hizo posible una de las generaciones que alcanzarán mayores límites de formación intelectual y de canalización de la sensibilidad artística donde la Panchito era uno de los primeros. 
En sólo cincuenta años, los miembros de aquella sociedad que no podía salir a la calle porque no tenía para comprar telas de luto después de la muerte del Rey, vio a don Sebastián de Miranda acumular capital vendiendo lienzos de Castilla y frutos. Caracas había atraído a las personas más acaudaladas de la región. No solo por su clima y la fertilidad de su suelo, sino que además había prosperado un ambiente liberal para la cultura, la filosofía y las artes.  
Poco hablan los historiadores de lo que significó Caracas en la formación de una base sólida en los inicios de personalidades destacadas, no solo como Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, Andrés Bello. Fueron hombres universales que aprendieron la universalidad en la universidad y en la biblioteca del convento de la Merced. Así observamos en Miranda su compromiso ético con un mundo que transitó como a una patria universal, donde la Libertad constituyó en su diosa principal, junto a Clío y a Palas Atenea. Allí también pudo ingresar a los cursos de filosofía, artes y gramática griega y latina, donde estuvo el tiempo suficiente para forjar en su mente la abstracción del universo que induce la universidad en la comprensión de su etimología. La diferencia esencial, es que Panchito estaba destinado a vivir en lo concreto el universo abstracto de los libros porque supo cómo hacer presente a los relatos de la historia para él mismo convertirse en esa historia como germen de transformación, pero que además contaba con los recursos económicos para alcanzar semejante objetivo.
De esa Caracas surgió buena parte del pensamiento latinoamericano de la emancipación. Sus mentes claras actualizadas con las corrientes de pensamiento de su tiempo, pero sobre todo un pensamiento que hizo posible la conformación de ciudadanos organizando un Estado donde hasta hacía relativamente poco tiempo solo se conocían súbditos. 

Fuente: El Gran Arquitecto de la liberación americana Francisco de Miranda) 

martes, 10 de octubre de 2017

Un personaje de novela (Miranda) por Eloy Reverón

Un personaje de novela
Hace doscientos años que este personaje partió hacia la eternidad, y ahora es cuando realmente tenemos la oportunidad de acercarnos a la figura histórica de este maravilloso ser humano. Estudiar al Miranda histórico desencantará a quienes han soñado a través de una vida que parece una aventura, la de un Ulises que regresa a su Ítaca natal donde no tiene hogar ni un Argos que le reconozca. Una ciudad que le será ajena para todos, sobre todo después del terremoto de 1812. Tan ajena que ni siquiera la historia ha podido recordarla como era antes de la epidemia de la guerra, menos como manantial del pensamiento y praxis revolucionaria del siglo XIX.

La formación intelectual de Francisco de Miranda, al igual que Simón Bolívar, Andrés Bello, Antonio José de Sucre y Simón Rodríguez son apenas un reflejo de los que fue el ambiente intelectual de Caracas hasta el terremoto del Jueves Santo de 1812. Nunca será suficiente repetirlo porque la amnesia histórica ha perdido la relación de lo que fue la Caracas del Despotismo Ilustrado, del Siglo de las Luces y de la virgen de la Merced, patrona de los Grandes Cacaos.

Los sobrevivientes a ese holocausto, los miembros de la clase mantuana sacrificada en esa explosión social no perdonarán jamás a los revolucionarios, a quienes consideran autores de esa devastación. En el recuerdo histórico imprimirán su venganza colocando a personajes como Miranda en la mira del chivo expiatorio de todos los pecados de aquella clase conservadora que pretendió conservar sus privilegios en medio del derrumbe del imperio español en América, fue apenas Miranda quien previó el desastre que se podía generar.